La venganza de los mandriles
Milei y Caputo devaluaron un 30% la moneda. Dijeron que eso nunca iba a pasar y que el dólar se derrumbaría a los 600 pesos. La crisis de un dogma impostado. Por Ignacio Fidanza. Como disfrazar una derrota. El mismo día que devaluaron se conoció el dato la inflación de marzo que casi se duplicó y rozó un altísimo cuatro por ciento mensual. Es imposible ahora determinar cuanto será el traslado a precios de este treinta por ciento de depreciación de la moneda, pero no augura nada bueno. Milei y Caputo se cansaron de desmentir y atacar a todos aquellos que anticipaban este desenlace por la inconsistencia del esquema cambiario que habían armado.
Incluso sus funcionarios, como el secretario de Finanzas, Pablo Quirno,
se burlaron cuando LPO anticipó el 9 de enero que el FMI estaba
exigiendo un salto devaluatorio inicial, eliminar el dólar blend y
liberar el cepo. Luego esta semana también se anticipó la flotación
entre bandas.
De manera que Milei y su ministro se convirtieron en mandriles este
viernes negro para el relato libertario. Esa es la metáfora que el
Presidente acuñó junto a la de econochantas, para referirse a los
economistas que contradecían sus dogmas. Es evidente que la sutileza no
es lo suyo, ahora también sabemos que los pronósticos tampoco. Del dólar
que se iba a derrumbar a 600 pesos y la inflación que bajaba a cero (si
sacábamos al mundo, la carne, los servicios y alguna otra cosa) a este
3,7% de marzo, lo que hay en el medio es la realidad de un programa que
fracasó, remplazado por una apuesta audaz que descansa sobe dos
supuestos: que liquide el campo y que no se espiralice la inflación. Una
apuesta que no logra ocultar que ir al Fondo a buscar un salvataje tan
desesperado que se acepta devaluar en medio de un pico de inflación, es
la descripción de un fracaso. El programa acordado es un clásico del
FMI: devaluación, flotación, meta exigente de acumulación de reservas
-USD 4,5 mil millones a junio-, privatizaciones, reforma jubilatoria
-subir la edad mínima- y, por supuesto, un 0,5% más de ajuste fiscal.
Las medidas anunciadas son un triunfo interno de Sturzenegger que venía
empujando, en sintonía con el FMI, el esquema de flotación del dólar.
Con toda la mala leche del mundo, su segundo Lucas Llach, lo anunció en X
un día antes. Milei y su ministro se convirtieron en mandriles este
viernes negro para el relato libertario. Esa es la metáfora que el
Presidente acuñó junto a la de econochantas, para referirse a los
economistas que afirmaban que el modelo cambiario era insostenible. Pero
vayamos a lo importante: ¿Cómo sigue esto? Caputo buscó ponerle miel al
mal trago de cargar a la Argentina con otro mega crédito del FMI, que
se suma al que tomó Macri. Dijo que gracias a estos nuevos USD 20 mil
millones se levantará el cepo. Con el paso de las horas se supo que
siguen restricciones por aquí y por allá. Es lógico: permitir la libre
compra de dólares, sin reservas, en medio de un salto inflacionario es
lo más parecido a pegarse un tiro en la cabeza. En concreto, hay
liberación cepo para parte del flujo, no para el stock. Para los
dividendos atrasados, Bopreal. Los nuevos, veremos cuando cierre el
ejercicio 2025.
Pero la gran pregunta es cuanto se trasladará a
precios de esta devaluación del 30%. Una pregunta crítica para el
gobierno que tiene una elección clave en la Ciudad el próximo 19 de
Mayo, en la que se juega su disputa por el liderazgo de la derecha
argentina con Macri. Según un ex presidente del Banco Central: "El
traslado a precios es directo, pero se va a frenar porque los salarios
vienen atrás de la inflación". Traducido: se viene otro golpe al
bolsillo de los trabajadores, que tal vez se frene un poco porque ya
están muy golpeados. En el gobierno, son conscientes de esta situación.
Las elecciones de este domingo en Santa Fe ya las dan por pérdidas a
manos del radical Maximiliano Pullaro. La responsable del pésimo armado y
la decisión de no cerrar con Amalia Granata fue de Karina Milei, que
surge como una experta en dividir el voto propio, como hizo al expulsar a
Marra en la Capital. Y como se tienta con hacer en la provincia con
José Luis Espert, marginado de las decisiones. Milei se encamina así al
desafío electoral de octubre con una segunda devaluación en menos de un
año y medio, con la inflación en alza, con el poder adquisitivo de
trabajadores y jubilados muy golpeado y con un total abandono -como
nunca se vio- de la infraestructura del país. Está muy exigido, pero
tiene algunos meses y la plata del Fondo para intentar controlar el
salto que se viene y encontrar un nuevo esquema de estabilidad, al menos
hasta las elecciones. Es crítico que el campo liquide. El dólar a 1400 y
una suba fuerte de las tasas para hacer diferencias en pesos, es un
incentivo fuerte a liquidar. Pero un economista que los conoce bien
advirtió: "En algún momento le van a pulsear". Como sea, este viernes
Milei tiró por la ventana el segundo dogma al que se había abrazado. El
primero fue la dolarización y la desaparición del Banco Central. Luego
se enamoró del superpeso, el dólar barato y juró no devaluar. Ahora
devaluó. En el medio, la gente que rebota como un auto viejo en una
calle poceada, pero por ahora aguanta y espera.